miércoles, 13 de diciembre de 2017

LA NOCHE DE LAS ESTRELLAS: BLANCO SOBRE NEGRO



BLANCO SOBRE NEGRO

Siempre, cuando andamos pintando o coloreando, nos dejamos atrás el color blanco, el lápiz blanco, la cera blanca, la pintura blanca( solo se salva la tiza blanca pero como de eso usamos...), todo porque según parece, NO PINTAN, claro, como van a pintar si siempre lo hacemos sobre fondos blancos... 

Pero... ¿y si quisiéramos pintar en el cielo de la noche?...

La noche de las estrellas.
 por: Douglas Gutierrez / María Fernanda Olvia

Hace mucho tiempo, en un pueblo que no está ni cerca ni lejos, si no mucho mas allá, vivía un señor al que no le gustaba la noche.
Durante el día, a la luz del sol, el señor disfrutaba tejiendo sus cestas, cuidando sus animales y regando su huerto. A veces, mientras descansaba, se ponía a cantar. Pero cuando el sol se ocultaba detrás de la montaña, el señor al que no le gustaba la noche se entristecía. Todo a su alrededor  se iba poniendo gris, oscuro y negro.
- Otra vez la noche. ¡Que fastidio con la noche!
El señor guardaba sus animales, recogía las cestas, encendía la lámpara y se encerraba en su casa. A veces, se asomaba por la ventana, pero no había nada que ver en la noche negra. Entonces, apagaba la lámpara y se acostaba a dormir.
Una tarde, cuando el sol ya desaparecía, el señor decidió subir a la montaña. la noche venía tapando el cielo azul. El señor escaló hasta la punta del cerro mas alto y desde allí gritó.
- Mira, noche. Párate.
Y la noche paró un momento.
- ¿Què pasa? preguntó con voz suave y ronca.
-Noche, tú no me gustas. Cuando tú llegas, se va la luz y se van los colores. Sólo queda la oscuridad.
- Tienes razón- respondió la noche-. Así es.
- Dime, ¿ a dónde te llevas la luz?
- Bueno, la luz se esconde detrás de mí. No puedo hacer nada. Lo siento.

Y la noche terminó de estirarse y tapó de negro todas las cosas.

El señor bajó la montaña y se acostó a dormir.
Pero no pudo dormir. Recordaba su conversación con la noche.
Al día siguiente trabajó muy poco, pensando y pensando en las palabras de la noche.
Y esa tarde, cuando la luz volvió a desaparecer, dijo:
-Ya sé lo que tengo que hacer.

Subió una vez mas a la montaña. La noche era un inmenso toldo negro que lo cubría todo.
Cuando llegó hasta la punta del cerro más alto, el señor se empinó, alzó su mano y hundió
un dedo en el cielo negro. Un agujerito se abrió y brilló un puntito de luz. El señor al que no le gustaba la noche se puso contentísimo. Abrió agujeritos por todas partes y en todas partes brillaron puntitos de luz.

Maravillado, apretó la mano, y de un golpe metió el puño entero. Entonces, se abrió un hueco enorme por donde se asomó una luz grande y redonda como una naranja.
La luz que se escapaba por los agujeros de la noche bajó por la montaña, y un brillo tenue y plateado iluminó los campos, las casas, la iglesia y la plaza.

Esa noche nadie durmió en el pueblo.

Desde entonces, cuando el sol se va, el cielo se llena de luces y la gente puede quedarse hasta muy entrada la noche mirando la luna y las estrellas.

FIN













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